La institución escolar puede y debe cumplir una función de contención, de ayuda, y también de prevención respecto de estas cuestiones. Descartando actitudes moralizantes y culpabilizantes, y teniendo en cuenta que la sexualidad siempre tiene un carácter difícil y conflictivo para el ser humano, que los jóvenes estén informados de los riesgos a los que se enfrentan puede ser de máxima utilidad para prevenir situaciones que ocasionen resultados negativamente decisivos en el decurso de sus vidas. La información sola no alcanza: está comprobado que de lo que se trata es de cambiar formas de conductas y de hábitos, sin embargo, es imprescindible contar con información para que estos cambios puedan empezar a producirse.
La escuela como institución formadora debe desarrollar en los estudiantes la responsabilidad de sus actos.
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